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SALUD

15 de enero de 2024

Por primera vez detallan los efectos adversos que tuvo cada marca de vacuna contra el Covid: fueron bajísimos

A poco más de tres años de comenzada la vacunación contra el Covid en Argentina, el Ministerio de Salud publicó por primera vez un informe detallado, a nivel nacional, sobre cuáles fueron los efectos adversos graves asociados a la inmunización y a qué laboratorios correspondieron.

“Los datos obtenidos por la vigilancia demuestran que las vacunas utilizadas en la Argentina tienen un buen perfil de seguridad, correspondiéndose con los datos de los estudios de desarrollo y los resultados de los sistemas de vigilancia de otros países”, concluye el trabajo.  

Un anticipo de esto lo había dado la provincia de Buenos Aires a fines de abril del año pasado, pero las diferencias ahora son dos: los datos abarcan todo el país y, además, aparece el desglose de 33 enfermedades que fueron reportadas en un lapso temporal consistente posterior a la aplicación de las dosis.

Si bien ese dato es un indicio de que la afección puede estar vinculada con la vacuna, el informe aclara formalmente que no hay evidencia definitiva de una relación causal. El periodo de análisis comprende desde el inicio de la campaña de vacunación, a fines de diciembre de 2020, hasta el 30 de abril de 2023.

El primer dato a destacar es que sobre un total de 64.010 efectos adversos registrados en todo el país (sobre más de 100 millones de aplicaciones), sólo 3.149 fueron graves. Esto es, 2,7 cada 100 mil dosis suministradas.

El detalle por laboratorio da cuenta de que la mayor diversidad de efectos adversos graves la tuvo la vacuna de AstraZeneca, que acaparó 19 de las 33 enfermedades relevadas. Le sigue en orden la Sputnik V, con 15 afecciones diferentes; Sinopharm, con 10; Pfizer, con 7; y Moderna, con 5. De otras marcas utilizadas en menor volumen no se informaron datos.

El trastorno con mayor incidencia de todos los clasificados se dio con la vacuna de AstraZeneca: fue el síndrome de trombosis, con una tasa de 0,05 cada 100 mil aplicaciones.

Este efecto adverso, que fue uno de los más descriptos en el mundo para esta vacuna en particular, también se detectó con la Sputnik V pero con una tasa bastante menor: 0,009 cada 100 mil. Para el resto de las marcas relevadas el evento no registró casos.

Los otros dos síndromes de mayor incidencia para AstraZeneca fueron el de trombocitopenia autoinmunitaria (0,03 cada 100 mil) y el de Guillain-Barré (misma proporción). Con la vacuna de Pfizer también se detectó este último trastorno pero con una incidencia menor, de 0,01 cada 100 mil. Con la Sputnik V en cambio fue mayor, con 0,053, mientras la trombocitopenia llegó a 0,029, síndrome que con Sinopharm marcó 0,01.

La trombocitopenia inmunitaria produce moretones y sangrado producto del bajo nivel de plaquetas, que son las células que ayudan a coagular la sangre. El síndrome de Guillain-Barré ocurre cuando el propio sistema inmunitario daña las neuronas y causa debilidad muscular y a veces parálisis.

En el caso de la vacuna de Moderna, todas las afecciones fueron de baja relevancia en cantidad de casos salvo la miocarditis -inflamación del músculo cardíaco-, cuya tasa fue de 0,018 cada 100 mil vacunados. Algo similar ocurrió con Pfizer, cuya proporción fue de 0,015.

Por último, otro síndrome que adquirió cierto peso para los vacunados con la Sputnik V fue la miopatía transversa, con 0,014 cada 100 mil aplicaciones. La miopatía es el debilitamiento progresivo de los músculos y una pérdida generalizada de fuerza.

Por último, el informe contenido en el Boletín Epidemiológico Nacional, publicado este domingo, agrega que la mitad de todos los efectos adversos registrados ocurrieron en los tres primeros meses de la campaña de vacunación. Asimismo, que el 68,8 por ciento de las notificaciones corresponde al género femenino y que la edad con más cantidad de eventos fue la comprendida entre los 40 y 49 años.
 

“Los datos obtenidos por la vigilancia demuestran que las vacunas utilizadas en la Argentina tienen un buen perfil de seguridad, correspondiéndose con los datos de los estudios de desarrollo y los resultados de los sistemas de vigilancia de otros países”, concluye el trabajo.

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